miércoles, 24 de julio de 2024

BEEKEEPER.

 Si tuviese que dar mi veredicto sobre esta película en una palabra, sería mierda. Si fuese en dos sería puta mierda. Y digo veredicto que no opinión porque la última película de Jason Statham  es un crimen y como tal hay que juzgarlo y dictar sentencia.

Las noches frente al televisor de las últimas semanas las hemos ocupado revisionando Juego de Tronos. Qué maravilla de serie y que cabrón es Martin por no terminar la saga y negarse a que nadie lo haga a su muerte. Espero que algún heredero o ejecutivo de su editorial se pase por el forro ésta su última voluntad y dé carta blanca al Sanderson de turno para que finalice las aventuras en los 7 reinos. Como decía hemos estado viendo JdT hasta la sexta temporada y mientras veía como agenciarme las dos últimas hemos empezado ver cosas de las que teníamos en favoritos de las distintas plataformas de streaming.

Y una de ellas es la última película del calvo mazao más inexpresivo de Occidente. Partamos de la base de que las películas de Statham me gustan en general. No soy un estudioso de su filmografía ni mucho menos, pero casi todas sus películas tienen el mismo patrón, un tío con menos registros interpretativos que un picaporte que reparte ostias como panes. Definitivamente es mi rollo. No me importa que los argumentos sean planos, que siempre sea un ex militar, agente secreto, asesino o cualquier otra profesión en la que se reparte cariño, o sea, que sea siempre lo mismo. Pues con lo fácil que habría sido repetir por enésima vez lo que siempre funcionan, a David Ayer y Kurt Wimmer, director y guionista respectivamente de este bodrio, se les ocurre querer ser originales y dar un transfondo más cool a nuestro héroe. Un super agente secreto asesino perteneciente a una organización con inspiración apícola, que tras el asesinato de una paisana a la que le vendía miel, se embarca en una carrera de venganza, muerte y destrucción. El guión un desasatre (momentos intensivitos sin motivo aparente), personajes malos no, lo siguiente (solo se salva Jeremy Irons, que supongo que tendría que pagar alguna letra dela hipoteca de la mansión como le ocurrió con Dungeons & Dragons)

En contra posición tenemos la nueva de Super Detective en Hollywood. 40 años después de la primera aparición de Axel Foley, éste vuelve y hace una película idéntica. Y lo mejor es que funciona, porque el público al que va dirigido es el mismo que vio en su día las tres anteriores. No inventa nada, salen los mismos actores, con 40 años más, y hacen las mismas gracias y los mismos chistes. Y todos tan contentos.

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