viernes, 13 de agosto de 2021

PÍLDORA LÚDICA II LA EVANGELIZACIÓN EN LOS JUEGOS DE MESA

 

Estoy totalmente en contra del proselitismo en los juegos de mesa. Igual que a mí, que no soy vegano, me molestaría que alguno me contase sus bondades y tratase de convertirme a su fe cada vez que nos viésemos, entiendo que la gente se canse de ofrecerle continuamente la oportunidad de jugar a algo.

Creo que este afán nace de un complejo de superioridad latente. Como para mí los juegos de mesa son lo más, tengo que hacerles ver  a los demás lo que se están perdiendo.

Cuando nos gusta algo con pasión, como suele ser el caso de los aficionados a los juegos de mesa, no entendemos cómo es posible que el resto de la gente, los muggles, no tenga nuestra pasión. Esto ya implica la superioridad que mencionaba antes. Pobres ignorantes, que no han descubierto la ambrosía de los juegos mesa. Menos mal que estoy yo, el prócer del mundo lúdico, que me sé de memoria el top 100 de la BGG y tengo más de 2000 comentarios en la BSK para sacarlos de la caverna.

Los juegos de mesa son una afición, que a mí me apasiona, pero que no tiene por qué gustar a los demás, ni tengo que convencer a nadie para que juegue. De hecho se da otra circunstancia y es cuando nos juntamos con otros amigos, que no juegan o lo hacen de manera ocasional y alguien me dice que saque un juego. Muchas veces no me apetece porque no sé si todos están igual de predispuestos y en segundo lugar porque los juegos indicados para esas situaciones, más ligeros, no son mis preferidos.

Por último hacer una reflexión sobre los juegos y los hijos. Yo caí en la tentación y en el error de querer que mi hijo también jugase. Primero con juegos de Haba para pasar a juegos más complejos. Error. Que algo me guste a mí no implica que le tenga que gustar a mi hijo. Al igual que a mi padre le gustaba la zarzuela y a mí el heavy metal, a mi hijo le gustan más los video juegos que los juegos de mesa. De mi experiencia he aprendido que lo mejor es no forzarle, ni caer en la tentación de “voy a comprar este juego porque seguro que le gusta a mi hijo y puedo jugar con él” Es un error. Si al final le gusta, te lo dirá y te dirá a qué quiere jugar, que no tiene por qué ser los mismos juegos que te gustan a ti (He aborrecido el Cube Quest y el Machi Koro de tanto jugarlo con mi hijo)

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