martes, 30 de agosto de 2005

España quemada


Fotos del incendio de Cañamero, el de mayor magnitud de los 4 que asolaron la comarca, arriba a la derecha, los restos quemados de un olivo.

Como ya os dije en un post anterior, parte de nuestras vacaciones han sido en Guadalupe, el pueblo natal de mis padres. No puedo decir que fué del todo un viaje agradable, pues aparte de que los motivos que me llevaron allí eran más bien burocráticos, nos encontramos con un paisaje devastado, digno del infierno de Dante. Si sumamos el fuego que se declaró la semana pasada en la misma zona, son ya más de 22.000 hectáreas de bosque de encina, pino, carrasca, castaño y roble quemadas. Muchos de los árboles eran milenarios o de varios cientos de años. Casi el doble de la superficie quemada en Guadalajara, pero como esto es Extremadura y no ha muerto nadie -sólo unos cuantos miles de animales-, no pasa nada, se puede quemar.

Me contaban que cuando consiguieron extinguir un frente que atacaba una finca, paseando entre la tierra aún caliente vieron un rebaño de unas 200 ovejas, ciervos, corzos, conejos, liebres, jabalíes y cientos de pájaros carbonizados en el suelo.

Es un hecho que los incendios fueron provocados, pero lo que me sorprendió fueron los motivos que la gente del pueblo insinuaba. Que podían ser represalias contra los cotos privados de caza, por un lado desconcertante y por otro muy propio de la mente cerril de muchos de sus habitantes. ¿Cómo se puede pensar que quemando el bosque, un bosque como pocos quedan ya en la península, se obtiene un beneficio mayor que negociando con los Comunes de caza? Como mínimo faltarán 40 ó 50 años para que el paisaje se parezca mínimanente a lo que era.
Dicen que los terratenientes compran terrenos y los dejan salvajes para que la caza entre en ellos y organizar así sus cacerías (a las que asisten los más altos cargos del gobierno, sea cual sea su ideología política). Consecuencia: los animales se comen las cosechas circundantes y provocan la ira de los campesinos, que por otro lado, nunca pensarían que el corzo o la gamuza son especies amenazadas y prefieren que se quemen -o que se maten con estricnina como ya pasó con los lobos- a perder su cosecha de aceitunas o cerezas.

Yo personalmente no me acabo de creer que esto sea así de sencillo, si que es cierto que los cotos de caza son una lacra en Extremadura, pero también que las ayudas forestales son insuficientes, que los métodos de prevención de incendios son dignos de Simbad el Marino o que la Junta de Extremadura no es consciente de lo anticuado de sus métodos (como el podado de cortafuegos a mano, prohibiendo usar las máquinas por el supuesto impacto ambiental ocasionado a las aves). Así pues, no es de extrañar que el fuego de los Ibores y de Cañamero se saltara decenas de cortafuegos, varios ríos y carreteras, aún suponiendo que los incendios no hubieran sido provocados, hay cosas que se pueden evitar.

Una vez más, y para terminar, pido la pena de muerte para los responsables de la catástrofe y de paso, responsabilidades a los que siguen manteniendo el caciquismo y las cacerías, palabras demasiado parecidas, por desgracia, a Cáceres.


Bosque cercano a Guadalupe, junto a un viejo molino
donde vivió un tiempo mi familia.


Foto tomada en la cuneta de la carretera de Cañamero. En este caso, quema sobre quemado, pero nos da una idea de cómo funciona mucha gente. Una vez más, no sigo por respeto.

Jones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creete lo de los cotos, es más común de lo que te puedes pensar. Y es más, en ocasiones no es por el hecho de que los animales se coman los cultivos, si no por el hecho de que a un cazador no se le permita cazar en ese coto o por competencia entre cotos (un coto es una muy buena forma de hacer dinero, la gente paga lo impagable para pegarle un tiro a un ciervo, y no hablaremos de a un lobo, pero eso ya no está permitido, de momento).
Por otro lado, y tan solo pretendo aportar información, si queremos evitar un incendio para no perder el bosque y su fauna y flora (salvo excepciones, un bosque natural sin fauna no es rentable, y en este mundo lo que cuenta el el dinero) y hacemos los cortafuegos con desbrozadoras, nos podemos cargar una gran parte de la población de aves que anidan en el suelo. Aquí hay otras soluciones además del desbroce manual, como es meter las máquinas fuera de época de nidificación o llevar un seguimiento de las poblaciones de estas aves para tenerlas controladas y poderlas gestionar mejor. EN fin, muy triste esto, pero es así. La gestión forestal es una de tantas asignaturas pendientes en España (no hablemos ya de Portugal).
Se aceptan nuevos métodos de tortura y muerte para los culpables (originales y dolorosos a ser posible)